El estudio para mi es un espacio sencillo, que alberga el cielo y el infierno. Los dos espacios tienen mucho que ver con el resultado del trabajo diario.

También es un lugar de almacenaje de obras y de materiales y objetos que yo considero bellos o singulares, o bien materiales de deshecho: láminas, cartulinas, telas, latas, maderas viejas, recortes de grafitis, fotos ampliadas de rodaduras de camión, barro cerámico y restos de arte africano, etc., etc. Estos y otros materiales me sugieren emociones, caos y también sensibilidad, para dignificar lo feo y respetar lo inútil.

He visitado muchos estudios de pintores y casi todos están creados para sorprender al visitante, como carta de presentación del artista. En mi caso sólo lo entiendo como lugar de trabajo y mi estudio es anárquico, sucio, desordenado, pues pienso que el valor de la obra está en su final y no en su envoltorio.